15 junio 2006

OZZY OSBOURNE "Blizzard Of Ozz" (1980, Heavy Metal)

Cuando era chico mi hermana en casa compraba “Pelo”, la única revista nacional dedicada al rock durante los ’70 y gran parte de los ’80; era un engendro en donde casi nadie firmaba notas o críticas de discos, incluía reportajes afanados a publicaciones extranjeras e información desactualizada.

Pero no había otra cosa, y piensen que si hoy estamos atrasados en miles de rubros (incluida la música), jamás podrían imaginarse el calvario que sufría un tipo que escuchaba rock en Argentina por aquellos años.

“Pelo” también se caracterizaba por desacreditar todo aquello que era rock caliente; respetaban a Zeppelin , pero destruían sistemáticamente a Black Sabbath, AC/ DC, Deep Purple, Rush, Van Halen y ni hablar de Kiss.

Aerosmith era enorme en los ’70 en USA (mucho más de lo que lo fue después, “Pump” y Get A Grip” incluidos) y no existía en sus páginas.

Menos, cosas como Lynyrd Skynyrd o Allman Brothers (de hecho desconocían casi todo lo que fuera rock americano... justamente en la tierra donde nació el rock!!!). Y fue en “Pelo” donde vi las primeras fotos e informaciones de un tal Ozzy Osbourne.

Pasaron un par de años y en la TV rotaba hasta el cansancio el clip del tema “Bark At The Moon”, título también del segundo álbum de Ozzy editado en nuestro país (el primero fue “Diary Of A Madman” en 1983, dos años más tarde que el de su edición original).

Y a él fui. No me gustó y el cassette terminó canjeado por otro en una disquería de Flores en 1987.

Sin embargo, con los años, y a pesar de reconocer a Osbourne como un pilar de todo el rollo metálico o como quieran llamarlo, nunca me enganchó, pero si me voló la cabeza en el “Monsters Of Rock” de 1995 en Ferro (EDIT: Junto al titular de este blog!!!!)

Y fue de los primeros artistas que con el paso del tiempo fui redescubriendo.

Sería de necios (o sordos) afirmar que Ozzy es técnicamente un gran cantante. Pero no hay dudas que es un enorme músico por varios motivos: su peculiar carisma, esa voz insoportable pero tan particular, y su interminable talento.

Si a eso le sumamos su genialidad para componer, su oído para descubrir guitarristas de excepción y armar bandas de primerísima línea y su olfato para estar en el momento justo en el lugar indicado (mérito de su esposa- manager), bueno... es un “grosso”, para que agregar más.

O si: junto a otros tres lofferos de Birmingham fue parte de un grupo fundamental (no hace falta mencionarlo). Casi nada...

Cuando Ozzy partió de Sabbath nadie daba dos centavos por su carrera solista; que podía esperarse de un cantante que berreaba en un conjunto de drogones incomprendidos. Pero el tipo empezaba a sacar ases de su manga; le robó nada menos que a Ritchie Blackmore un tecladista de los kilates de Don Airey, sumó a Bob Daisley (bajo) y Lee Kerslake (batería, ex Uriah Heep) y convocó a un desconocido y joven violero que formaba parte de un grupo de tercera línea (Quiet Riot) en el circuito de clubes de Los Angeles, Randy Rhoads.

Asi, todos trabajaron en el que sería el álbum debut de Osbourne, “Blizzard Of Ozz”, editado en septiembre de 1980 en el Reino Unido.

Y que debut!!! Desde el fulminante riff de apertura de “I Don’t Know”, Ozzy sorprendía al mundo con una molotov en forma de vinilo, desgranando clásicos uno tras otro, tan fundamentales que durante los siguientes veinticinco años jamás dejó de tocarlos en vivo.

Como obviar la magnificencia y tenebrosidad de “Mr. Crowley” y la emoción y nostalgia de “Goodbye To Romance” y “Revelation (Mother Earth)”. O inevitable sucumbir ante el despiadado machaque de “Crazy Train” y la opresiva “Suicide Solution”. Y el rockeo interminable de “No Bone Movies” y “Steal Away (The Night)”.

Con semejante presentación, Osbourne dejaba en claro que lo suyo iba en serio; y que el guitarrista de su grupo estaba predestinado a ocupar el pedestal de, no solo los mejores, sino de los innovadores.

Asi es, apenas dos álbumes y una efímera carrera consagraron a Randy Rhoads como uno de los más grandes guitarristas de nuestro tiempo, influenciando a generaciones futuras y sentando las bases del sonido pesado de las bandas de hard rock de los ’80.

Puede haber significado tanto como un contemporáneo suyo, Eddie Van Halen (algunos consideran que llegó a igualarlo), pero su rápida muerte el 19 de marzo de 1982 truncó lo que hubiera sido la confirmación de su talento para la posteridad.

Y con Rhoads, Ozzy también encontró un socio para la composición de inigualable altura, tal como lo confirman los temas que componen esta placa y la siguiente; tan importante, que le costó casi diez años realizar otro trabajo de excelencia (“No More Tears”) de la mano de un discípulo de Randy: Zakk Wylde.

Nada de este álbum es para perder; fundamental para entender el hard rock de la década de 1980 y comprender porque un inglés, un yanki o un japonés (tan distintos en su idiosincrasia) hoy siguen volviéndose locos con un tipo jodidamente devastado pero único.

En 1981 Ozzy editó otro peso pesado como “Diary Of A Madman, y con el paso de los años mantuvo su éxito y liderazgo en el mundillo rockero, a costa de sus virtudes pero no de la calidad de sus álbumes, buenos aunque no imperdibles. Eso es lo que uno le exige a un artista semejante.

La luz la encontró con “No More Tears” y porque no, con “Ozzmosis”.

Y aún así cuando no lo hubiera hecho, “Blizzard Of Ozz” lo redime de cualquier pecado.

Calificación: 10/10

Review por Fernando