Más allá de los primeros cassettes de Kiss y Queen que formaban mi por entonces reducida discoteca en la adolescencia, empecé a comprar de a poco algunos de otras bandas: corrían los primeros meses de 1984 e iba por “Metal Health” (Quiet Riot), “Piece Of Mind” (Maiden), “Balls To The Wall” (Accept) y el cuarto de esa tanda fue “Pyromania” de Def Leppard, el único editado en ese momento en el país a pocos meses de su edición internacional.
De más está decir que el álbum me partió la cabeza, pero por esas cosas de juventud tres años después lo terminé canjeando; había salido “Hysteria” (otro discazo, claro...), Def Leppard y sus baladas sonaban en la radio y la TV y el grupo parecía volverse demasiado meloso, al menos para mi que solamente quería energía. Pero uno no crece en vano y en 1995 fui nuevamente por “Pyromania” y los demás CDs de Leppard y la satisfacción fue total.
Al quinteto de Sheffield se lo suele emparentar con la “NWOBHM” porque siendo muy jóvenes giraban a la par de Saxon, Maiden, Diamond Head, Angel Witch y otros en medio de la fiebre “punk”, produciéndose su debut discográfico en 1980; pero según propias palabras de sus integrantes, nada más alejado de ello. Los Leppard se nutrían de grupos de los ‘70 de la segunda línea del hard rock inglés (U.F.O. y Thin Lizzy) y sobre todo del “glam” (Bowie, Sweet, Queen, T- Rex, Mott The Hopple).
“On Through The Night” poco tenía de heavy metal, y su sucesor “High ‘n’ Dry” (1981) sonaba entre un personal hard rock y una copia de calidad de AC/ DC. No era para menos estando Robert “Mutt” Lange como productor, que acababa de lanzar a la gloria a los australianos y a Foreigner y era responsable también de producir “Pyromania”, un disco clave.
A simple oída podría decirse que los Leppard no eran totalmente originales; “Pyromania” es una conjunción de la fuerza de AC/ DC de “Back In Black”, la sofisticación del sonido rockero de U.F.O. de “The Wild, The Willin’ & The Innocent” y la moderna americanización de Foreigner. Pareciera una imitación y un fiasco...
Ahora bien, como explicar que esa mezcla no solo resultó ser aplastante, sino también única, porque el grupo hacía lo suyo de manera tan singular y con tanta personalidad que no podemos hablar de robo, con el agregado que la banda siempre supo lo que quiso: premeditadamente sonar así y hacer lo que les viniera en gana en cada trabajo.
Aclaración más que válida para quien piense que el quinteto solamente hace baladas para la radio, porque no solo las hace (y de gran nivel) sino que rockea como pocos; y para muestra basta esta placa que lleva al oyente a los más variados caminos que puedan suponerse entre el frenesí y la calma.
Una de las características del conjunto siempre fue la súper producción del sonido de sus álbumes, pulidos hasta el límite de la claridad sin jamás perder agresividad; “Pyromania” fue el precursor en ese aspecto, sonando como ningún LP lo hizo en esa época y solo superado por los siguientes trabajos del grupo.
De más está decir que el álbum me partió la cabeza, pero por esas cosas de juventud tres años después lo terminé canjeando; había salido “Hysteria” (otro discazo, claro...), Def Leppard y sus baladas sonaban en la radio y la TV y el grupo parecía volverse demasiado meloso, al menos para mi que solamente quería energía. Pero uno no crece en vano y en 1995 fui nuevamente por “Pyromania” y los demás CDs de Leppard y la satisfacción fue total.
Al quinteto de Sheffield se lo suele emparentar con la “NWOBHM” porque siendo muy jóvenes giraban a la par de Saxon, Maiden, Diamond Head, Angel Witch y otros en medio de la fiebre “punk”, produciéndose su debut discográfico en 1980; pero según propias palabras de sus integrantes, nada más alejado de ello. Los Leppard se nutrían de grupos de los ‘70 de la segunda línea del hard rock inglés (U.F.O. y Thin Lizzy) y sobre todo del “glam” (Bowie, Sweet, Queen, T- Rex, Mott The Hopple).
“On Through The Night” poco tenía de heavy metal, y su sucesor “High ‘n’ Dry” (1981) sonaba entre un personal hard rock y una copia de calidad de AC/ DC. No era para menos estando Robert “Mutt” Lange como productor, que acababa de lanzar a la gloria a los australianos y a Foreigner y era responsable también de producir “Pyromania”, un disco clave.
A simple oída podría decirse que los Leppard no eran totalmente originales; “Pyromania” es una conjunción de la fuerza de AC/ DC de “Back In Black”, la sofisticación del sonido rockero de U.F.O. de “The Wild, The Willin’ & The Innocent” y la moderna americanización de Foreigner. Pareciera una imitación y un fiasco...
Ahora bien, como explicar que esa mezcla no solo resultó ser aplastante, sino también única, porque el grupo hacía lo suyo de manera tan singular y con tanta personalidad que no podemos hablar de robo, con el agregado que la banda siempre supo lo que quiso: premeditadamente sonar así y hacer lo que les viniera en gana en cada trabajo.
Aclaración más que válida para quien piense que el quinteto solamente hace baladas para la radio, porque no solo las hace (y de gran nivel) sino que rockea como pocos; y para muestra basta esta placa que lleva al oyente a los más variados caminos que puedan suponerse entre el frenesí y la calma.
Una de las características del conjunto siempre fue la súper producción del sonido de sus álbumes, pulidos hasta el límite de la claridad sin jamás perder agresividad; “Pyromania” fue el precursor en ese aspecto, sonando como ningún LP lo hizo en esa época y solo superado por los siguientes trabajos del grupo.
Si a eso le agregamos músicos no brillantes pero que en equipo armaban un combo formidable responsable de componer diez temas asombrosos, estamos efectivamente en presencia de un álbum esencial.
La voz de Joe Elliot lleva todo al frente y encaja perfectamente en el estilo de la agrupación; Rick Savage aguanta desde el bajo y Rick Allen sostiene el ritmo al compás de una batería que no es eléctrica ni acústica, solo contundente y personal como solo Def Leppard sabe hacerlo.
La voz de Joe Elliot lleva todo al frente y encaja perfectamente en el estilo de la agrupación; Rick Savage aguanta desde el bajo y Rick Allen sostiene el ritmo al compás de una batería que no es eléctrica ni acústica, solo contundente y personal como solo Def Leppard sabe hacerlo.
Las guitarras gemelas de Steve Clark y Phil Collen terminan de redondear la apoteosis sonora: riffs punzantes, solos rompe huesos y armónicas melodías.
Hay pasajes lentos pero no exactamente canciones románticas; hay hard rock del más fuerte pero sin saturar; hay teclados y sintetizadores que modernizan sin restar potencia.
Hay pasajes lentos pero no exactamente canciones románticas; hay hard rock del más fuerte pero sin saturar; hay teclados y sintetizadores que modernizan sin restar potencia.
“Rock! Rock! (Till You Drop)” es el inicio del huracán, un terrible hard rock en la vena de AC/ DC; el hit “Photograph” es insaciable y pega al primer instante.
“Stagefright” aporta más puntos y el medio tempo llega con “Too Late For Love”, un breve y placentero descanso.
“Stagefright” aporta más puntos y el medio tempo llega con “Too Late For Love”, un breve y placentero descanso.
Coros a lo Foreigner abren la descarga en “Die Hard The Hunter", que precede al clásico “Foolin’” y al inolvidable estribillo de “Rock Of Ages”.
“Comin’ Under Fire” es otra muestra de cómo hacer un tema pesado y melódico y el cierre baja levemente el nivel con “Action! Not Words” y “Billy’s Got A Gun”, con otros coros memorables.
Todos esos atributos, claro está, hacen a “Pyromania” el responsable de establecer a Def Leppard como un grupo de clase y es hasta históricamente importante por varias razones: no alcanzó el N° 1 en los ránkings de venta en USA (fue N° 2) porque compitió con el mega vendedor “Thriller” de Michael Jackson; en menos de un año se convirtió en la placa de rock más vendida (con seis millones de ejemplares solo en Estados Unidos, llegando a más de diez en la actualidad) y junto a “Hysteria” insertó a Leppard en la elite de bandas inglesas con dos álbumes de diamante, junto a nada menos que Pink Floyd, Beatles y Zeppelin.
El tiempo llevó a Leppard a caminar por el cielo y el infierno, aunque nunca claudicaron en su objetivo: ser ellos mismos.
Porque muy difícil es catalogar a un grupo que hace rock sin llegar al exceso, baladas para la radio sin ser decadentes y hasta pop sin dejar la fuerza.
“Comin’ Under Fire” es otra muestra de cómo hacer un tema pesado y melódico y el cierre baja levemente el nivel con “Action! Not Words” y “Billy’s Got A Gun”, con otros coros memorables.
Todos esos atributos, claro está, hacen a “Pyromania” el responsable de establecer a Def Leppard como un grupo de clase y es hasta históricamente importante por varias razones: no alcanzó el N° 1 en los ránkings de venta en USA (fue N° 2) porque compitió con el mega vendedor “Thriller” de Michael Jackson; en menos de un año se convirtió en la placa de rock más vendida (con seis millones de ejemplares solo en Estados Unidos, llegando a más de diez en la actualidad) y junto a “Hysteria” insertó a Leppard en la elite de bandas inglesas con dos álbumes de diamante, junto a nada menos que Pink Floyd, Beatles y Zeppelin.
El tiempo llevó a Leppard a caminar por el cielo y el infierno, aunque nunca claudicaron en su objetivo: ser ellos mismos.
Porque muy difícil es catalogar a un grupo que hace rock sin llegar al exceso, baladas para la radio sin ser decadentes y hasta pop sin dejar la fuerza.
Por eso Def Leppard, mamando sus influencias, marcó un rumbo que terminó burdamente imitado pero nunca igualado.
El equilibrio del material hace de “Pyromania” seguramente su mejor álbum y la elección obvia para este comentario; porque descubrir sus kilates es un laberinto al que una y otra vez se vuelve.
Calificación: 10/10
El equilibrio del material hace de “Pyromania” seguramente su mejor álbum y la elección obvia para este comentario; porque descubrir sus kilates es un laberinto al que una y otra vez se vuelve.
Calificación: 10/10
Review por Fernando