AC/ DC es una banda que conocí casi a la par de Kiss y Queen, mis primeros accesos al rock, a inicios de los ’80. Tenía doce o trece años, y el grupo empezaba a ser muy popular en nuestro país, coincidentemente con su suceso internacional gracias a “Back In Black” y “For Those About To Rock”.
Pero por esas cosas inexplicables, de niño los odiaba porque no soportaba al esquizofrénico de Angus Young; encima en una deplorable revista como “Pelo”, su hermano Malcom hablaba (supuestamente) mal de Kiss.
Ahora bien, no formaban parte de mi discoteca, pero conocía gran parte de su material y cada vez que los escuchaba en alguna parte no podía dejar de tararear los temas y mover la cabeza. Y fue uno de los pocos grupos que vi (en 1996) sin tener un solo álbum entre mis miles de CDs.
Ahora bien, no formaban parte de mi discoteca, pero conocía gran parte de su material y cada vez que los escuchaba en alguna parte no podía dejar de tararear los temas y mover la cabeza. Y fue uno de los pocos grupos que vi (en 1996) sin tener un solo álbum entre mis miles de CDs.
Recién en 1998, con mis prejuicios de lado, me dije “estos tipos no pueden faltar en mi colección”... y casualmente, en la extinta “Tower Records” estaba casi toda su discografía en cassettes importados a precios irrisorios ($ 6), los que obviamente compré y todavía conservo.
Luego vinieron unas recientes ediciones en CD remasterizadas (2003) a las que accedí casi con desesperación... no los descubrí tarde (imposible ante tamaña popularidad), pero casi con ridiculez los incorporé a mi catálogo de muy grande.
Pocos grupos hicieron siempre lo mismo (rock) y jamás se los criticó por no apartarse un centímetro de su estilo. Y pocos son los que siempre sonaron igual (bien) renovando las expectativas con cada edición. AC/DC es entonces uno de ellos, escuetamente definibles como Chuck Berry haciendo rock pesado y rhythm & blues, y una de las diez bandas más grandes e importantes de la historia.
Al momento de la grabación de “Back In Black”, este conjunto mayoría de escoceses formado en Australia habían perdido a su fenomenal y carismático cantante Bon Scott, justo cuando estaban a punto de comerse el mundo luego de su primer gran éxito de la mano del LP “Highway To Hell”, y habiendo encontrado el productor responsable de hacerlos sonar gordos y consistentes como una roca, Robert “Mutt” Lange. Muchas de las canciones por entonces nuevas, estaban siendo compuestas junto a Scott cuando el tipo decidió irse al más allá.
Y si bien la desaparición de Bon fue un difícil transe para el conjunto, la decisión estaba tomada: seguir adelante con su reemplazante, el inglés Brian Johnson, porque no podían desperdiciar su carta de presentación definitiva para aniquilar a las masas con su poderío.
Había llegado “Back In Black”, un remolino de volcánico hard rock jamás escuchado dispuesto a acabar con todos.
Diez temas, de los cuales como mínimo ocho, dan vida a un álbum clásico de clásicos que inclusive se encuentra entre los más vendedores a la par de “Led Zeppelin IV” y “The Wall” (P. Floyd).
Tétricas campanas y acordes apesadumbrados son el puntapié inicial de “Hells Bells”, un certero cross a la mandíbula, punzante y directo, al que le sigue el frenético gancho de “Shoot To Thrill”, más rápida y rockera, riffs por doquier y dura hasta el fin.
Sin respiro “What Do You Do For Money Honey” deja cuellos rotos con coros al frente y un ritmo que no decae, mientras que el groove de “Given The Dog A Bone” sostenido por una base sin grietas nos acerca al delirio.
“You Shook Me All Night Long” es el momento más “fiestero” de la placa sin resignar agresividad, y que agregar sobre el ultra reconocido “Back In Black” con sus inquebrantables guitarrazos e inolvidable estribillo.
Solamente “Have A Drink On Me” y quizás “Shake A Leg” parecen ser canciones de relleno que otro grupo daría la vida por grabar, al lado de monumentos como “Let Me Put My Love Into You” y el himno “Rock And Roll Ain’t Noise Pollution”.
Y a la par de un material pletórico, “Back In Black” es puramente la quintaesencia de AC/ DC; sonido firme y grueso, hard rocks salidos del infierno, estribillos destinados al hit permanente sin transformarse en comerciales y baratos y una consistencia aplastante, lograda por el impresionante ensamble del conjunto.
Como no lograr la puesta a punto con una base sólida y precisa si Cliff Williams (bajo) y Phil Rudd (el baterista por excelencia de la banda) forman un dúo mortífero que derrumba aquello que se les interpone.
O si el debutante Brian Johnson decide no emular a su antecesor y ser él, aportándole a las canciones una personalidad única desde su chirriante y aguardentoso registro evitando las odiosas comparaciones y sin llevar a nadie al disyuntivo planteo de lo que hubiera sido “Back In Black” con un cantante técnicamente superior como Bon Scott.
Y si los responsables máximos de esta joya son los hermanos Young; Angus con sus desesperados solos, nerviosos a decir basta y semejantes a la sensación que produce colocar los dedos en el enchufe, y Malcom, a mi entender el alma y cerebro de la banda, real creador de los memorables e impiadosos riffs marca registrada del grupo.
A partir de “Back In Black”, AC/ DC asume una posición de privilegio dentro del rock y se revela como un nombre a ingresar en la galería de históricos; si hoy todos sabemos lo que son, es gracias a este álbum que sentó precedentes y un estilo a seguir.
Febril, a veces con matices oscuros, macizo y aplanador, “Back In Black” es probablemente uno de los veinte trabajos imprescindibles de todas las épocas y el querido Bon debe estar contento por ello, con su botella de whisky y rockeando junto al diablo.
Porque el cielo no fue hecho para AC/ DC, nosotros que estamos en el rock los saludamos...
Calificación: 10/10