13 mayo 2007

BLACK SABBATH "Heaven And Hell" (1980, Heavy Metal)


Black Sabbath siempre fue una banda muy difícil de entender. Su mezcla de rock tenebroso, denso y pesado, jazz y psicodelia no era para novatos. No conozco a nadie que haya iniciado sus gustos musicales a partir de la “bruja negra”, y aplaudo a aquellos que si lo hicieron. Por esa razón a mi me pegaron de grande, luego de quince años de escuchar cientos de grupos y con bastante rock a cuestas.

De los tres estandartes del metal británico (junto a Zeppelín y Purple) fueron los más defenestrados y menospreciados, seguramente consecuencia de la ignorancia. Porque hay que tener los sentidos bien abiertos para comprender los carriles musicales desarrollados en todas sus formaciones. Pero una vez que te atrapa, alpiste.

Y empecé con Sabbath por su segunda etapa, la que incluía al mágico Ronnie Dio, responsable de devolver al grupo la gloria perdida (acaso) con los dos últimos álbumes con Ozzy Osbourne: “Technical Ecstasy” y “Never Say Die!” (cuidado, poseedores también de buenos e inigualables momentos).

Hasta allí Black Sabbath era un grupo que venía cuesta abajo y era arrasado en su última gira con Osbourne por el acto soporte: Van Halen. Su música sonaba desvencijada y caduca en el umbral de los ’80.

Con “Heaven And Hell” la banda transforma lo suyo en algo más lírico y musical, haciendo un hard rock de elite, no tan retorcido como en los seminales primeros años de su carrera, aunque no menos oscuro. Ozzy había partido, pero la magia negra de Dio potenció a Iommi y los suyos para crear una placa revolucionaria en la historia del metal y que revitalizó la alicaída vida del cuarteto, en la que además aportó todo su bagaje para predominar en las letras, responsabilidad hasta entonces en su mayoría del querido Tony y el bajista Geezer Butler.

A secas y en síntesis, “Heaven And Hell” es para quien escribe el mejor trabajo de 1980, un año plagado de ediciones históricas (“Iron Maiden”, “Permanent Waves”, “Back In Black”, “British Steel”, “Ace Of Spades”, “Wheels Of Steel” y otras).

Producido por Martín Birch, el álbum nos lleva por interminables climas de toda índole a través de ocho temas de antología; los insuperables riffs de un poseído Iommi combinados con la monolítica base Ward-Butler más el brillo de un Dio manejando más hábilmente su voz que en Rainbow, redondean este trabajo imprescindible y obligatorio para cualquier escucha. El viaje se inicia con el clásico, “Neon Knights”, directo, duro y cortante, para dejar sentado que había otro Black Sabbath, hambriento y con ganas de más; “Children Of The Sea” sube la apuesta, otro diamante en bruto.

En “Walk Away” y “Wishing Well” el rockeo se torna infernal, y la temperatura no deja de subir con “Lady Evil” y la épica “Die Young”, con Dio recitando el estribillo para la posteridad. “Lonely Is The Word” es la calma en medio del torbellino, dejando para el final al tema que da nombre al disco y resume el momento que vivía el conjunto: luz y sombra, emoción y sentimiento, calidez y crudeza conforman una de las canciones más logradas de todas las épocas.

La salida de “Heaven And Hell” coincidió con la explosión del movimiento metálico más importante de Gran Bretaña, la “NWOBHM”, y no solo acopló a la banda a él, sino que la hizo líder de una escena de conjuntos emergentes que tomaron influencias de este nuevo Sabbath, y no hablamos de nombres menores: Maiden, Diamond Head, Angel Witch, Saxon y otros de segunda línea.

De manera inesperada y cuando todos los habían olvidado, el grupo redoblaba el desafío y salvaba su trayectoria con un álbum tan grande como maravilloso, propiedad del talento de los elegidos.

Estamos refiriéndonos a la calidad eterna de los músicos que formaban Black Sabbath, y a “Heaven And Hell” por supuesto. Un estandarte inscripto con letras de oro en la arena del rock e imposible de obviar.

Calificación: 10/10

Por Fernando